Investigadores del Servicio de Investigación Agrícola de EEUU (ARS, en sus siglas inglesas) han comprobado que administrar demasiada proteína a las vacas puede contribuir a la contaminación ambiental por nitrógeno y puede provocar una reducción en la producción de leche.
El experto Glen A. Broderick ha descubierto que el porcentaje óptimo de proteína en la dieta para ganado vacuno es de un 16,5%, en comparación con el 18 o 19% que suelen suministrar los ganaderos estadounidenses. El estudio de Broderick ha consistido en alimentar las vacas en época de lactancia con una dieta a base de ensilaje de alfalfa, de maíz y un maíz con alta humedad, además de harina de soja como suplemento principal de proteína.
Según el experto, las vacas tienen numerosos microorganismos, muchos de los cuales convierten la proteína cruda de la dieta a una forma similar a aminoácidos para vacas. Sin embargo, la bacteria puede degradar la proteína de buena calidad, lo que implica una pérdida total. Para compensar esta pérdida, los ganaderos alimentan las vacas con altos niveles de suplementos de proteína.
En algunas ocasiones, la vaca no siempre aprovecha esta proteína adicional ya que puede excretarla como nitrógeno urinario, que se convierte a su vez en amoníaco. Este amoníaco va a parar a la atmósfera, lo que implica que grandes cantidades de nitrógeno perdidas son potencialmente contaminantes de aguas subterráneas, informa el ARS.