Robots de cocina, uso higiénico y seguro

Los robots de cocina requieren que se apliquen unos principios básicos de higiene y seguridad alimentaria
Por Maite Pelayo 26 de abril de 2012
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Imagen: jlastras

Pican, rallan, amasan y cocinan. Los robots de cocina son unos grandes aliados para manipular y procesar alimentos. Pero como ocurre con otros utensilios de cocina, deben aplicarse unos principios básicos de higiene y seguridad alimentaria. Estos electrodomésticos se utilizan para, de manera mecanizada, realizar diversas tareas durante el proceso de elaboración de alimentos. Sus múltiples funciones les permiten realizar, bien de manera conjunta -robots multifunción- o por separado, gran variedad de trabajos como cortar, picar, rallar, amasar, batir, pesar alimentos, e incluso, cocinarlos, lo que les confiere una gran versatilidad cuando se utilizan. Para la función de cocinado, suministran distintos grados de calor y son capaces de freír, guisar a fuego lento, hornear o cocer al vapor, por lo que se pueden adaptar a gran número de recetas y tipos de dieta.

Los nuevos modelos de robots de cocina no solo realizan múltiples labores en la cocina sino que, tras programarse de forma adecuada, pueden comenzar a preparar la comida a la hora solicitada y, tras el tiempo indicado de cocinado, mantenerla caliente y lista hasta el momento de su consumo. Además de facilitar las tareas de procesado en las cocinas, algunos robots son capaces de cocinar los alimentos, prepararlos para su consumo y mantenerlos en estas condiciones hasta entonces.

Por estas razones, estos electrodomésticos se han popularizado en las cocinas domésticas y se han convertido en la herramienta necesaria para la preparación de la comida de muchas familias, sobre todo, si sus miembros están ausentes para estas labores. También la cocina de los profesionales ha encontrado en este tipo de aparatos unos ayudantes infatigables al procesar los productos o elaborar preparaciones que requieren largos tiempos de cocinado, a la vez que movimiento, lo cual libera a los profesionales para labores más creativas.

Robots de cocina, en condiciones óptimas de seguridad e higiene

Colaboradores insustituibles, ayudantes en muchos casos, los robots de cocina entran como un elemento más en la cocina, por lo que deberán tenerse en cuenta en el momento de obtener unas condiciones óptimas de seguridad e higiene en este entorno. Por muchas tareas multifunción que realice un robot de cocina, el manipulador es el responsable tanto de su limpieza y correcto mantenimiento, como de su buen uso desde el punto de vista higiénico-sanitario.

El manipulador es el responsable de la limpieza y correcto mantenimiento del robot de cocina

En el momento de la compra, ya deberán tenerse en cuenta algunas cuestiones relativas a una buena elección del aparato: además del tipo de robot necesario, multifunción o de única tarea (picadora, ralladora, amasadora, olla programable), capacidad de procesado o precio, deberán valorarse otras que atañen a su calidad higiénico-sanitaria. Un punto de compra de confianza y una empresa responsable de su fabricación o importación, así como el distintivo «CE», no solo garantizan que el aparato se ha fabricado según unos estándares generales de calidad, sino que los materiales utilizados, tanto en el cuerpo principal como en todos los accesorios que entran en contacto con la comida, son adecuados para su uso alimentario y lo serán tras el previsible uso para el cual se han diseñado.

Limpieza y desinfección del robot de cocina

Otro punto que debe tenerse en cuenta es su lavavajillas, ya que se realiza a temperaturas elevadas y se alcanza mayor grado de higiene. Un fácil desensamblaje de los accesorios y la ausencia de recovecos de difícil acceso agilizarán las labores de higienización del robot.

Si el vaso central con la cuchilla y la tapa están muy sucios tras su uso, puede realizarse un paso previo para desincrustar la suciedad antes de introducir los accesorios en el lavavajillas, con una corta operación de mezclado para limpiarlos. El vaso debe llenarse hasta la mitad con agua y unas gotas de un limpiador suave, para luego hacer funcionar unos segundos el aparato, con cuidado para que no se desborde. A continuación, se aclara con agua mientras se desensamblan los accesorios. Algunos robots, sobre todo los más antiguos, disponen de ciertos accesorios metálicos que no soportan los lavados automáticos, por lo que su limpieza deberá realizarse a mano y secarse de manera meticulosa.

Un secado con un trapo limpio, si la limpieza se ha realizado en lavavajillas, junto con el almacenamiento en un lugar fresco y ausente de humedad preservado de polvo, suciedad y fuera del alcance de los insectos, proporcionarán un uso óptimo, duradero y ausente de riesgos sanitarios. Es preferible guardar el robot con el vaso o recipiente de trabajo u otros posibles recipientes sin cerrar, para favorecer una correcta ventilación.

En el caso de los elementos metálicos, deben sustituirse si tienen óxido y si la pieza es plástica, deberá vigilarse la formación de grietas o golpes que hayan dañado su superficie, ya que estos pueden convertirse en un foco de contaminación de microorganismos. El cuerpo central que alberga la parte eléctrica del aparato no debe introducirse nunca en agua porque el aparato se estropearía. En la mayoría de los casos, es suficiente pasar un paño humedecido en agua con un jabón neutro. Antes de utilizarlo por primera vez, deberán limpiarse con cuidado todos los accesorios.

Con el fin de evitar posibles contaminaciones cruzadas, hay que limpiar a fondo (no solo enjuagar) los accesorios utilizados entre el procesado de dos alimentos diferentes, a no ser que sea una incorporación prevista en la receta. Tras su uso, se deben limpiar e higienizar a fondo todos los elementos del robot utilizados. Respecto a las contaminaciones cruzadas, en ocasiones, los robots minimizan su riesgo porque disminuyen o evitan la intervención humana. Es el caso de la amasadora, que evita posibles contaminaciones exteriores procedentes de las manos (o elementos de las manos como anillos) del manipulador.

Cocinar con un robot de cocina

La función de cocinado de algunos robots permite elaborar alimentos, elegir diferentes sistemas de cocinado -guisar, freír, plancha, horno o vapor- y seleccionar los tiempos de elaboración y las temperaturas. En todos estos procesos, es fundamental conocer la importancia del control de las temperaturas. En la mayoría de los casos, y durante el cocinado, se garantizará una temperatura tal, que se higienice el alimento, por lo que los posibles microorganismos de los alimentos crudos se eliminarían.

Sin embargo, es posible que el robot cuente con la opción de mantener caliente el preparado hasta el momento de consumo y prolongarlo durante horas. En esos casos, debe garantizarse una temperatura de mantenimiento de seguridad superior a 65ºC-70ºC, que impida el posterior desarrollo microbiano. En otras ocasiones, el aparato dispondrá de una función para recalentar alimentos y, de la misma manera que si la operación se realiza de otra forma, el recalentamiento deberá garantizar temperaturas de seguridad de al menos 70ºC de manera uniforme.

Pero no solo se contempla una posible contaminación microbiana. La generación de contaminantes de proceso puede ocurrir, igual que en otros sistemas de cocinado, debido a un sobrecalentamiento por exceso de temperatura. Para evitarlo, deberán elegirse de forma adecuada el tipo de cocinado y los grados, en función del alimento y su cantidad. Los robots de cocina con función de fritura garantizan temperaturas máximas de 100ºC, que evitan que el aceite se queme y genere sustancias perjudiciales para la salud.

ROBOTS DE COCINA: UNA HISTORIA RECIENTE

Los robots de cocina multifunción son un invento reciente, aunque no nuevo. Su historia se remonta a mediados del siglo pasado, cuando un inglés ideó un aparato destinado a los profesionales, capaz de realizar de manera automática gran cantidad de tareas culinarias, incluida la de abrir latas. El invento, mejorado en los años sesenta por un cocinero francés, se basaba en la observación de lo tedioso de algunas labores repetitivas en la cocina, como cortar o rallar los alimentos, sobre todo con grandes cantidades de producto, por lo que en un principio el invento se destinó solo al sector industrial.

El mercado doméstico tuvo que esperar una década más, hasta los setenta, para disponer de un robot que aliviara el trabajo de las cocinas. En plena incorporación de la mujer al trabajo, las amas de casa vieron al aliado perfecto para liberarse de las tareas culinarias. Pronto, el robot de cocina invadió los hogares y desplazó otros utensilios y pequeños electrodomésticos, sobre todo en algunos países como EE.UU., cuyo uso era estandarte de modernidad. Hoy en día, los robots multifunción se han popularizado en los hogares de todo el mundo y facilitan las labores propias de las cocinas, con cualidades como rapidez y versatilidad de uso.

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