¿Regalos en menús infantiles de comida rápida?

Este tipo de promociones facilita el consumo de alimentos insanos entre los niños, un hábito favorecedor de la obesidad infantil, sugieren las autoridades sanitarias
Por Maite Zudaire 16 de junio de 2011
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Imagen: puuikibeach

¿Juguetes por comida? No es la medida educativa más acertada. Y menos cuando se obsequia con juguetes una comida calórica, grasienta y azucarada. Esta es la estrategia con la que triunfan conocidas y grandes multinacionales de comida rápida -hamburgueserías y similares- entre el público infantil. Cada temporada ofrecen nuevos personajes de dibujos animados en miniatura para atraer la atención de los más pequeños si eligen su menú infantil. Este hecho es la razón de nuevas propuestas por parte de autoridades sanitarias en distintas regiones. En San Francisco (California, EE.UU.) quieren ser pioneros en lo que consideran un paso hacia unos mejores hábitos, al prohibir regalar juguetes en menús infantiles que contengan productos que superen las 600 Kcal y que sean excesivos en sodio, grasas saturadas y azúcares. Esta es la característica nutricional común de un menú infantil de comida rápida envasado en una cajita, que incluye una hamburguesa pequeña o una porción de pizza o de nuggets de pollo, patatas fritas, un refresco y un postre dulce, como ejemplo de productos típicos. En España, desde el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, se pretende ir en la misma línea con medidas en la regulación de regalos vinculados a los alimentos que recoge el Proyecto de la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición pendiente de aprobación. El objetivo es poner dificultades a todo tipo de comida y alimentos que, por sus características, puedan favorecer la obesidad infantil.

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¿Juguetes por comida? Desacertada combinación

Se estima que en diciembre de este año entrará en vigor en San Francisco una norma que prohíbe obsequiar con juguetes por la compra de menús infantiles desequilibrados que superen las 600 Kilocalorías, proporcionen más del 35% del total energético de grasas, superen determinados límites de sodio o no incluyan una ración de frutas o vegetales. La iniciativa, llevada adelante por la Junta de Supervisores de la ciudad (órgano equivalente al ayuntamiento local), se justifica porque mediante este tipo de promociones se facilita el consumo de alimentos insanos entre los niños, lo que a su vez es un hábito favorecedor de la obesidad infantil.

La suma de calorías de un menú infantil oscila entre 500 y 700 Kcal, una tercera parte de la cantidad que necesita un niño entre 7 y 10 años de edad

En la normativa también se especifica que los obsequios podrán incluirse si el menú reduce a menos de 600 calorías su aporte energético, a menos de 640 miligramos el contenido en sodio y si su proporción de grasa no supera el 35% del valor energético total (con menos del 10% de grasas saturadas), a excepción de si supera la recomendación de grasas, debido a la presencia de frutos secos, semillas, huevos o quesos magros.

La suma de calorías de los productos que conforman un menú infantil da como resultado entre 500 y 700 Kcal, una tercera parte de las que necesita un niño entre 7 y 10 años de edad, que se estima en 1.800-2.000 Kcal. Aunque ingerir comida rápida no tiene por qué tener más repercusión ni en el estado de salud ni nutricional de los más pequeños si se hace de forma esporádica, sí se convierte en un mal hábito si se recurre a ella una vez por semana o varias veces al mes.

Pero, ¿qué hacer para que los niños ignoren el sabor salado o dulce de este tipo de comidas o los juguetes que acompañan los menús? El psicólogo Esteban Cañamares es claro en su mensaje al indicar que no se debe utilizar la comida como premio, pero tampoco como castigo o como objeto de chantaje. El consejo que el experto dirige a padres y madres es «no prometer a su hijo que, si se ‘porta bien’, como recompensa irán a comer comida rápida» y a por el juguete para completar la colección. Cañamares no es partidario de las prohibiciones, ya que según opina, «la prohibición tiene la increíble cualidad de darle más gusto a casi todo».

No hay que utilizar la comida como premio, pero tampoco como castigo o como objeto de chantaje

Cañamares explica que el uso de premios asociados a la comida ha de ser, además de razonado, ocasional, y concluye que «el gran premio que han de entender los hijos y que conseguirán por una alimentación correcta es el de su salud, además de la alegría de los padres por ver que hacen lo correcto». De ahí que no tenga sentido que, por este tipo de prácticas que incluyen la comida rápida como recompensa, el niño asocie su buen comportamiento a un tipo de alimentación insana.

Desde la Administración española se pretende poner dificultades para que no se utilice cualquier tipo de elemento divertido para atraer la atención del niño hacia determinados alimentos que, por sus características nutricionales, deberían considerarse como un capricho. Por ello, el Proyecto de Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, en su apartado «Publicidad de alimentos dirigida a la infancia y la juventud», incluye un punto que especifica cómo «para no incentivar un consumo desproporcionado de determinados alimentos y proteger a los menores de una excesiva presión comercial, se prohíbe la entrega de premios, obsequios, bonificaciones o similares como métodos vinculados a la promoción o venta de alimentos».

No toda la comida rápida es comida basura

Comer una fruta fresca, dulce y deliciosa, preparar una brocheta o una macedonia de frutas lleva apenas 10 minutos, casi el mismo tiempo que elaborar una variada ensalada, una pizza o una hamburguesa casera, rica y sana.

Interesa enseñar a los niños alternativas de comida rápida rica, nutritiva, sana y fácil de elaborar, con el fin de que ellos mismos puedan ser protagonistas de la elaboración en casa.

Hamburguesa casera de… Lo más común es pensar en una hamburguesa de carne de ternera o de pollo, pero se puede aprovechar que es un alimento que por su textura, jugosidad y sabor gusta a los niños para introducir el pescado. Empezar por los pescados más aceptados por los pequeños es garantía de que guste. Las propuestas son varias: una deliciosa hamburguesa de merluza, de bacalao, de bonito y anchoas, de atún, de verdel o de salmón.

Pizzas, las de casa son inigualables. Elaborar una pizza en casa permite elegir los ingredientes que más gusta y mezclarlos al antojo de cada uno. Todas ellas hacen las delicias de los más pequeños y se convierten, tomadas de vez en cuando, en una oportunidad para introducir los alimentos más problemáticos en la dieta infantil, como son las verduras o las frutas. Se puede sorprender con una pizza divertida o con las mini pizzas de atún. Y, ¿por qué no una pizza de vegetales? Esta puede ser la excusa para mezclar verduras, tal y como sugieren las siguientes recetas: pizza con jamón york y alcachofas, con atún y pimientos rojos o la de calabacín y berenjena.

Para terminar el menú de fiesta con hamburguesa o pizza, queda una ración de frutas. Es interesante animar y dejar a los niños que ayuden en la cocina a preparar su propio postre: una rica y refrescante macedonia de frutas con yogur o una sabrosa y colorida brocheta de melón, fresas y pera.

EN PUBLICIDAD INFANTIL, NO TODO VALE

Por medio del Código de Autorregulación de la publicidad de alimentos dirigida a menores, prevención de la obesidad y salud (PAOS), se intenta regular los contenidos de la publicidad dirigida al público infantil.

Según consta, no deberían aparecer personajes famosos reales o de ficción populares y admirados por los menores para promocionar alimentos insanos, con demasiadas grasas, azúcares o calorías, si bien esta situación todavía ocurre.

En todo caso, los personajes populares podrán participar en campañas de salud pública y educativas, cuyo fin sea el de promover entre el público infantil hábitos saludables de alimentación como el consumo de frutas y verduras, de pescados y de legumbres, la hidratación, etc., además de la práctica habitual de actividad física.

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