Los objetivos que este año sí cumplirás

Los puntos esenciales para alcanzar los propósitos de año nuevo con éxito y las causas más frecuentes de abandono o fracaso
Por Carlos Casabona Monterde 9 de enero de 2019

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Con el nuevo año, muchas personas se trazan una serie de metas para cumplir a lo largo de los próximos meses. Entre los objetivos principales que nos marcamos en enero están, entre otros, comer más saludablemente, bajar de peso, apuntarnos a un gimnasio, perder menos tiempo en redes sociales, aprender inglés, dejar de fumar y ahorrar más dinero. Sin embargo, solo una pequeña parte de la población que se ha propuesto metas llega al mes de diciembre con los deberes hechos. Quienes asumen los nuevos hábitos no llegan al 10 %. ¿Por qué es tan bajo el porcentaje de éxito? ¿Dónde está el error? A continuación, analizamos si es porque falta fuerza de voluntad o motivación suficiente o si existen circunstancias personales, familiares o laborales que nos obstaculizan su cumplimiento. También damos las claves para, esta vez sí, cumplir con esos propósitos de año nuevo.

Claves para alcanzar los propósitos de año nuevo

Una de las principales causas que se citan es el insuficiente autocontrol para la toma de decisiones con la constancia y regularidad que exige un objetivo marcado. La Asociación Americana de Psicología define el autocontrol como «la capacidad de resistir las tentaciones a corto plazo para cumplir con las metas de largo plazo». Es importante añadir que estar bien con uno mismo facilita el desarrollo de un aumento del autocontrol.

Tampoco podemos confiar en la criticada fuerza de voluntad, probablemente con razón. Y es que si dejamos una bolsa de patatas chips abierta a la vista y a nuestro alcance en la mesa de trabajo, la posibilidad de que cojamos varias veces es mucho más alta que si la guardamos en una estancia anexa en un armario elevado cerrado cuya llave tenemos oculta en un cajón de nuestro despacho. Aquí tendríamos la oportunidad para citar un refrán que viene muy bien al caso: «Ojos que no ven, corazón que no siente».

Si no vemos algo, el deseo no se presenta de manera tan acusada. Por lo tanto, para poder cumplir nuestro objetivo de comer saludablemente, lo primero que debemos hacer es no comprar productos insanos para guardarlos en casa porque acabaremos comiéndolos. Dejar en manos de la «fuerza de voluntad» ciertas acciones supone una tasa muy elevada de fracaso, como expresa el reconocido dietista-nutricionista y divulgador Julio Basulto. No obstante, es importante reconocer que saber comprar y preparar alimentos saludables puede ser más creativo y estimulante que abandonar el consumo de productos malsanos.

Otra de las causas que encontramos en los tratados más actuales de psicología es la procrastinación, que no deja de significar lo que siempre hemos considerado como el aplazamiento o la postergación de una tarea por considerarla aburrida, inoportuna o porque tenemos otras más cómodas, placenteras y gratificantes, que ocupan todo nuestro tiempo. Para evitar el aplazamiento de una tarea podríamos recurrir a otro clásico y conocido refrán: «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy».

Cinco causas que explican el fracaso

Aunque el estrés y la falta de tiempo son las excusas nombradas con más frecuencia, podemos citar otras causas fácilmente explicables:

  • 1. Demasiados objetivos a la vez. Será difícil poder cumplir con eficacia cinco metas como, por ejemplo, hacer más deporte, comer saludablemente, ahorrar, leer más y perder menos tiempo en redes. Es mucho más probable tener éxito, si nos marcamos como máximo dos objetivos.
  • 2. Resistencia al cambio. Vivimos «instalados» en una zona de confort que resulta de la suma de rutinas, actividades y horarios a los que estamos habituados, por lo que es normal tener cierto grado de inquietud o de incertidumbre ante las nuevas situaciones que pueden surgir, como puede ser hablar e interactuar con nuevas personas cuando nos apuntamos a un grupo excursionista, a clases en grupo de inglés, para aprender a cocinar mejor o a practicar spinning.

    Puede suceder que las actividades nuevas desplacen a las que realizábamos antes en nuestro tiempo libre y que lo sintamos como potencialmente negativo, por no poder compartir el tiempo de ocio con las amistades habituales. Así, si queremos ir en bici un domingo por la mañana, no será aconsejable salir el sábado por la noche hasta altas horas, ni fumar ni beber alcohol, para un mayor rendimiento de la nueva actividad. Es probable que a largo plazo, abandonemos el grupo «juerguista» para integrarnos en el «saludable», aunque también podría haber un trasvase positivo convenciendo a uno o varios amigos para que se unan al grupo dominical.

  • 3. Falta de concreción y conocimientos al definir la meta. Por ejemplo, ¿qué significa «comer de manera más saludable»? ¿Es sustituir el pan y la pasta blanca por las versiones integrales, disminuir su consumo o dejar de comerlos? ¿Beber una cerveza al día en vez de las dos que estoy bebiendo? ¿O cenar más pronto? ¿Igual comer bayas de goji y semillas de chía cada día? ¿Tomar batidos detox dos días a la semana? Casi todos estos enunciados son incorrectos, por lo que tener los conocimientos adecuados y la capacidad y destreza para llevarlos a cabo (al conjunto de estas consideraciones lo podemos llamar competencia) es obligado para poder cumplir nuestros objetivos y tener éxito o, al menos, cumplirlos con cierto nivel de eficiencia.

    Pensemos en este otro caso: si queremos ahorrar, ¿qué es mejor? ¿Una cuenta personalizada en un banco de Internet, invertir en bolsa, suprimir gastos superfluos o la suma de varios de estos supuestos? Si no tenemos conocimientos de economía, es probable que necesitemos un asesor financiero o recurramos a buenas fuentes de información para cumplir con nuestro objetivo. Lo mismo vale para la meta de mejorar nuestra alimentación: acudiremos a un dietista-nutricionista o nos basaremos en información fiable. Sobre todos estos asuntos podemos encontrar mucha información de utilidad en el libro ‘El poder y la ciencia de la motivación’ del divulgador Luis Jiménez.

  • 4. Visualización e interiorización de las consecuencias que implicará alcanzar los objetivos. Si mejoro mi nivel de inglés, será más fácil encontrar un puesto de trabajo o subir de categoría en el actual. Si adelgazo, me cansaré menos al subir escaleras, tendré menos riesgo de padecer un ataque de corazón y, además, mi figura mejorará porque tendré menos barriga.
  • 5. Falta de monitorización y evaluación periódica del objetivo con la frecuencia necesaria. Es conveniente tener escrito en la agenda los propósitos desde el primer día e ir repasando con cierta periodicidad los logros con frases que retroalimentan la motivación: sigo sin fumar y llevo ya «x» días; he logrado no beber alcohol en estas dos últimas semanas…

Quizás lo que más fuerza puede tener a la hora de llegar a final de año con alguno de los objetivos cumplidos es la motivación, ese estado interno que activa, dirige y mantiene a lo largo del tiempo nuestra conducta mediante un conjunto de acciones. Viene del latín, ya que motu o motivus significa causa del movimiento. Para su presencia existiría una base anatómico-fisiológica en circuitos cerebrales en los que hay liberación de neurotransmisores que nos «empujarían» a tomar decisiones que nos dan cierto grado de placer, lo que a su vez refuerza las uniones entre las neuronas implicadas en dicho circuito. De ahí la complejidad de deshabituarse en muchas adicciones.

Los psicólogos, para poder cumplir con garantía de éxito nuestros objetivos, hablan hoy en día de técnicas de implementación: si de verdad queremos dejar de fumar o de beber alcohol (en muchos casos hará falta una ayuda médica especializada cuando hay un nivel elevado de adicción), es aconsejable tener pensada la acción a realizar cuando venga la tentación. Así, si al salir de fiesta nos invitan a una bebida con alcohol, ya tenemos planeada la respuesta, que puede ser, por ejemplo: «No, prefiero una tónica con limón». Y cuando nos ofrezcan un cigarrillo, tener la contestación ya elaborada y responder con convicción y de manera muy clara: «Gracias, pero ya lo he dejado».

Tener un plan establecido de manera anticipada nos puede permitir tomar decisiones de manera efectiva y rápida, sin tener que usar la fuerza de voluntad. Además, ejercitar con frecuencia el autocontrol puede hacer aumentar la efectividad de futuras tomas de decisiones en más de un conjunto de acciones. ¡Que este 2019 podáis alcanzar los objetivos que más os motiven!

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