Recuperación de variedades de albaricoquero

Expertos españoles recuperan material genético de variedades de albaricoquero que se cultivaban en España a mediados del siglo pasado, algunas ya extinguidas
Por Maite Pelayo 22 de septiembre de 2011
Img albaricoques

Como si de un Parque Jurásico se tratara, un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha conseguido extraer los genes de varias semillas de albaricoquero, algunas de ellas de variedades extinguidas. Sin embargo, este material genético no se ha usado para recrear las variedades perdidas por ingeniería genética, sino para conocer y comparar con el de otras variedades actuales que se han extinguido o están en proceso de extinguirse y poder así recuperarlas.

Las semillas de albaricoquero de las que han partido los investigadores del CSIC para realizar este trabajo estaban almacenadas desde hace más de medio siglo en un sótano perteneciente a esta entidad científica. La curiosa colección era resultado de un extenso trabajo de cartografía de frutales de hueso y pepita (realización de mapas de sus tipos y variedades) en la península ibérica, desarrollado durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo XX. Las semillas, etiquetadas de forma cuidadosa, ponían en evidencia que muchas de estas variedades ya habían desaparecido. Mientras se desarrollan nuevas variedades adaptadas a los gustos del mercado hortofrutícola actual, el abandono de las viejas variedades implica la pérdida de valiosos genes que, en muchos casos, se han seleccionado de manera intuitiva mediante el cultivo de los árboles durante cientos de años.

Por otro lado, uno de los problemas habituales a los que se enfrenta la recuperación de variedades antiguas es el hecho de encontrar árboles centenarios de los que nadie recuerda su nombre. Esta colección de semillas de albaricoquero ofrecía la oportunidad de dar respuesta a estas cuestiones, de ahí la importancia de la recuperación de algunas variedades de cuyo material genético, hasta ahora, se carecía.

Huellas genéticas

Pero para poder saber cómo era la planta que produjo ese fruto cuyo hueso se había recogido hace 60 años había que encontrar material genético idéntico al de la madre, según afirman los técnicos del CSIC. La semilla de las plantas contiene en realidad un nuevo embrión, distinto del materno y fruto de la recombinación de sus progenitores. En las semillas también queda un tejido materno en su envoltura, esa piel de color marrón que las recubre y que sirvió en este caso para extraer el material genético madre.

El material genético permite averiguar qué variedades de albaricoqueros se han perdido o están en vías de hacerlo

Tras obtener el material genético materno de estas variedades antiguas, su patrón genético, y compararlo con el de las variedades de cultivo actual o conservadas en los bancos de germoplasma (centros de almacenamiento de material genético), se ha podido averiguar cuáles de las que existían entonces ya se han perdido o están en vías de hacerlo. De esta manera, se puede valorar qué zonas de cultivo hay que priorizar para llevar a cabo una recuperación. La técnica también sirve para obtener una verdadera e inequívoca «huella dactilar» de variedades de plantas antiguas cuyo nombre se había olvidado y saber en qué lugares se han cultivado.

Este relevante trabajo, desarrollado en el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora, dependiente del CSIC, aporta un nuevo método para saber en qué lugares se conservan variedades de plantas ya desaparecidas. El procedimiento puede extenderse a otras plantas, ya que resulta válido para otras especies cuyas semillas también se almacenen. Las colecciones de semillas eran muy frecuentes hace unas décadas porque se empleaban, a falta de otros sistemas más modernos, como criterio de identificación de variedades de plantas.

Una fruta delicada

El albaricoquero común (Prunus armeniaca), cuyo origen se sitúa en Asia central, es un árbol frutal de hoja caduca propio de climas templados, aunque resiste bien los fríos invernales. De mayor tamaño que el ciruelo o el melocotonero, puede llegar a alcanzar alturas de hasta 10-12 metros. A principios de primavera y antes de que broten las hojas, aparecen sus primeras flores. De la familia de las rosáceas, cuenta con flores grandes, solitarias pero muy numerosas, que cubren las ramas de un color blanco-rosáceo, en función de la variedad. Las flores fecundadas ofrecen los frutos carnosos de este árbol, que serán de diferentes tamaños, según las variedades.

Los albaricoques tienen una piel más o menos anaranjada, teñida de rojo en la parte expuesta al sol y una carne amarillenta clara muy perfumada (más o menos jugosa) y de sabor dulce a agridulce, según las variedades. Resistente a la sequía, necesita del calor estival para la completa madurez de su fruta. El albaricoque es una fruta delicada que es conveniente consumir madura. Se conserva en el frigorífico a 6-8º C y es recomendable en una bolsa agujereada. Es muy empleado además de como fruta de mesa para la confección de confituras y conservas, así como fruta seca (orejones), ingrediente muy habitual de las compotas. También la industria de los zumos utiliza estos frutos para su elaboración, solos o mezclados con otras frutas.

La mayoría de los albaricoques de consumo proceden del albaricoquero común, las variedades más apreciadas son por su cuota de consumo: la Galta roja, Moniqui, Bulida y Mauricio. Las variedades de albaricoques más habituales en los mercados se mantienen muy estables desde hace años, aunque el Paviot se encuentra en proceso de desaparición. Cabe señalar una transitoria reducción en la producción de Bulida que, no obstante, se ha rescatado y se han desarrollado tamaños de fruto más grandes. Mientras que en otras especies frutales se produce una continua renovación varietal, la poca adaptabilidad del albaricoquero, cuyas variedades suelen ser específicas de áreas geográficas con unas condiciones ambientales muy determinadas, ha dificultado el desplazamiento de material vegetal de unas zonas de cultivo a otras.

Su producción, que durante mucho tiempo se ha basado en las variedades tradicionales, tiende a cambiar debido a que muchas de esas variedades presentan problemas productivos. En España, las principales zonas de producción albaricoquera son la Comunidad Valenciana y Murcia, aunque también pueden proceder de Castilla-La Mancha, Andalucía y La Rioja en menor medida. Como explotación agrícola, presenta buenas perspectivas de futuro, ya que es un cultivo no excedentario en la Unión Europea.

BANCOS DE GERMOPLASMA

Los Bancos de Germoplasma son centros de almacenamiento de colecciones de material genético vegetal vivo, ya sean semillas, cultivo de tejidos, plantas en crecimiento activo y polen o esporas para su conservación. Su función principal, tras localizar, recolectar y conservar la planta, es establecer y mantener el material genético responsable de sus características. Este tipo de bancos surgieron como respuesta de la comunidad científica a la pérdida de variedades vegetales en todo el mundo y a la necesidad de disponer de una fuente constante y fiable de su material genético como acervo para la conservación de la biodiversidad vegetal.

Los bancos de germoplasma proporcionan además una base de trabajo para las necesidades de investigación científica, con el fin de optimizar su conservación y usos. Con la recuperación de material genético conservado durante varias décadas, los investigadores pueden compararlo con los patrones almacenados en los bancos de germoplasma y determinar las variedades de la planta que han desaparecido o están en vías de hacerlo y aplicar medidas protectoras.

En la mayoría de los casos, estos bancos son centros especializados en determinados tipos de plantas, como medicinales, frutales o plantas silvestres de determinadas zonas. En Europa, la actividad de muchos Bancos de Germoplasma está orientada a cumplir con el compromiso de la Estrategia Europea para la Conservación de Plantas (EPCS), en la que un conjunto de instituciones trabajan en la conservación de plantas silvestres europeas y de sus hábitats.

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