Éxito escolar: pautas para las familias

La intervención familiar en la educación de los hijos es imprescindible para prevenir el fracaso académico
Por Marta Vázquez-Reina 17 de julio de 2011
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¿Pueden evitar las familias el fracaso escolar? Aunque las variables académicas o personales de los estudiantes inciden de forma significativa en el nivel de rendimiento, las evaluaciones educativas nacionales e internacionales reflejan la importancia que el contexto familiar adquiere en los resultados de los alumnos. La motivación, el incremento de expectativas sobre los hijos y su propia formación son algunas de las pautas de actuación efectivas para lograr encaminar la trayectoria formativa hacia el éxito.

El fracaso o éxito escolar está condicionado por distintas variables asociadas a los tres elementos básicos que participan en la educación: determinantes académicos (profesores y centros), personales (alumnos) y familiares (padres). En el entorno escolar, las distintas administraciones educativas adoptan diferentes medidas para prevenir el fracaso, como los programas de diversificación curricular, de cualificación profesional inicial o la atención específica a alumnos con dificultades de aprendizaje, entre otros.

Es necesario que las familias intervengan también en el proceso formativo de sus hijos

Estas actuaciones pueden ayudar a disminuir algunos factores que inciden en el nivel de rendimiento de los estudiantes, pero para que sean realmente efectivas, es necesario que las familias intervengan también en el proceso formativo de sus hijos y se impliquen de forma directa en su educación. Esta intervención es importante para reforzar los determinantes personales ligados al éxito académico, como la motivación o las expectativas de futuro, y para paliar los efectos asociados al contexto familiar que pueden influir de forma negativa en el progreso escolar.

Factor socioeconómico y rendimiento

Tal como reflejan distintos informes educativos internacionales y nacionales, el estatus social, económico y cultural que rodea al alumnado es uno de los factores claves que explican el rendimiento académico. La última Evaluación General de Diagnóstico (2010), realizada en nuestro país entre los alumnos de segundo curso de Secundaria, concluye que variables como el nivel de formación de los padres, su ocupación profesional, el número de libros en el hogar o los recursos domésticos favorables al estudio determinan el éxito escolar en mayor medida que otros aspectos como el tipo de centro educativo, la repetición de curso o la comunidad autónoma donde se viva.

El estatus social, económico y cultural es uno de los factores claves que explican el rendimiento

Antonia Lozano, del Grupo de Investigación psicoeducativa y psicopedagógica de la Universidad de Almería, en su estudio sobre los factores que afectan al fracaso escolar en la Educación, matiza estas variables tras analizar cómo se interrelacionan con las asociadas al entorno académico y personal y concluye que más que una cuestión de nivel cultural o formativo, lo relevante es el clima familiar.

Lozano afirma que, en ocasiones, «un bajo nivel cultural puede compensarse con un mayor compromiso y apoyo familiar a la actividad académica de los hijos». La comunicación entre los miembros de la familia, el apoyo e interés por los estudios, los hábitos lectores o la participación en actividades culturales son algunas de las actuaciones que señala esta especialista para reprimir las consecuencias en el rendimiento de un nivel socioeconómico desfavorable en el alumno.

Qué pueden hacer las familias

Para superar las posibles desventajas del contexto familiar desfavorecido o para incrementar el rendimiento de los alumnos que, en un entorno familiar favorable, registran dificultades que les abocan al fracaso escolar, los especialistas del ámbito educativo apuntan distintas pautas de actuación por parte de los progenitores. Estas pueden ayudar a encaminar a sus hijos hacia el éxito académico:

  • Motivar: la motivación es fundamental para evitar el fracaso escolar. Tal como afirma Jesús Alonso Tapia, autor de ‘Motivar en la escuela, motivar en la familia’, «el comportamiento de los progenitores puede influir en la motivación o desmotivación de sus hijos por aprender». Tapia describe algunas estrategias que pueden desarrollarse en el hogar para incrementar esta capacidad, como educar con el ejemplo, con la muestra de interés y entusiasmo por su trabajo, participar en sus actividades con ilusión y manifestar satisfacción ante los logros de los hijos, inculcar el sentido de la superación y adecuar las tareas que se le asignen a sus capacidades reales.
  • Aumentar las expectativas: uno de los datos más relevantes que se extraen de las diferentes evaluaciones educativas es la elevada diferencia de rendimiento entre un alumno cuya familia no confía en que supere la educación obligatoria y otro que esperan que alcance un título universitario. Esto evidencia que un planteamiento de futuro que incluye una perspectiva educativa a largo plazo es sinónimo de éxito. Es relevante por tanto que las familias expresen a sus hijos interés por su trayectoria, que se informen sobre las distintas opciones disponibles y sepan transmitirle la importancia que tiene para ellos su evolución académica.
  • Formarse: muchas de las situaciones en el contexto familiar que influyen en el rendimiento podrían solucionarse si los progenitores incrementan su formación y conocimientos sobre diferentes aspectos como la comunicación con los hijos, las principales dificultades de aprendizaje y otros problemas escolares o extraescolares que inciden en el progreso de los alumnos. Hoy en día hay numerosos recursos para formarse en este sentido. Entre ellos, destacan las escuelas de padres, presenciales o virtuales, los servicios de orientación escolar o los cursos que distintas administraciones educativas organizan de modo periódico para este fin.
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