¿Existen las «chuches» saludables?

Es saludable que los niños coman alimentos dulces, pero siempre con preferencia por aquellos cuyo dulzor es natural o están endulzados de la manera más sana posible
Por Maite Zudaire 3 de octubre de 2013
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Imagen: mpellegr

Chuchería es sinónimo de azúcar. No hay que negar la mayor. No existen chucherías saludables por mucho que se empeñe la industria en trasmitir la idea de que son vehículo de vitaminas, minerales o antioxidantes. Para cumplir esta función dietética, la naturaleza brinda la fruta fresca, mientras que el saber culinario ofrece la posibilidad de convertir estos alimentos, en otros aún más dulces y concentrados en energía y nutrientes; la fruta desecada. En la vida cotidiana, el consumo de alimentos dulces -que no chucherías- debería estar integrado dentro de una alimentación saludable y equilibrada. Y está bien que los niños los coman, siempre con preferencia por los que tienen un dulzor natural o están endulzados de la manera más sana posible, tal como se sugiere a continuación, con las siguientes seis ideas de “chuches” saludables.

El gusto innato por los alimentos dulces

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Hablar de chucherías, en términos nutricionales es hablar de azúcar en sus más diversas y curiosas presentaciones: azúcar, jarabe de glucosa, dextrosa…, y de un sinfín de ingredientes igual de superfluos como gelatina, aromas, colorantes, y demás aditivos acidulantes, espesantes, gelificantes o potenciadores del sabor. En resumen, las chucherías son superfluas en lo nutricional: aportan calorías vacías (energía desprovista de nutrientes), por lo que si el consumo es frecuente o excesivo, agota las reservas de nutrientes reguladores corporales. Son superfluas en términos de salud: está demostrada la asociación entre el consumo de chucherías y la caries, la ganancia de peso, malas digestiones e hinchazón abdominal, mayor riesgo de infecciones de hongos, bacterias y parásitos. Y superfluas en cuestión de educación alimentaria: por lo general son alimentos tan procesados y con tantos aditivos que se alejan del valor de lo más natural, lo menos procesado y manipulado.

Sin perder de vista el aspecto prescindible de estos alimentos en la dieta habitual, tampoco cabe obviar el gusto innato por el sabor dulce, así como la respuesta hedónica positiva que se desprende al probarlo. En la revisión sobre las preferencias alimentarias innatas o adquiridas, dirigida por la especialista en desarrollo y comportamiento infantil Alison K. Ventura, se constata que «el gusto de los niños por todo lo que es dulce no es solo un producto de la tecnología actual y de la publicidad, sino que refleja su biología básica».

Esta apetencia inherente al ser humano por lo dulce, según se refleja en la literatura médica, ha jugado un papel relevante en la evolución y en la nutrición humana, «ayudando a orientar la conducta alimentaria hacia los alimentos que proporcionan más energía». Pero, ¿qué hacer cuando esta apetencia innata de los niños se encuentra con una tienda de golosinas? A continuación se detallan seis sugerencias dulces que nos permiten salvar ese momento con alternativas más saludables a las chucherías comerciales.

Seis ideas de «chuches» saludables

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Fruta en almíbar. Además de melocotón y piña en almíbar -los más comunes-, es posible conservar en almíbar cualquier fruta, según la temporada. El azúcar es un conservante natural y universal, si bien su consumo como tal o la ingesta de alimentos a los que se añade en gran cantidad ha de ser moderado y ocasional. No hay que obviar la relación demostrada entre el exceso de azúcares y determinadas dolencias como caries dental, exceso de peso, deficiencias vitamínicas e, incluso, mayor riesgo de diabetes. La fruta en almíbar, si bien no se equipara a una chuchería desde el punto de vista nutricional, sí es un alimento muy azucarado, por lo que no se debe ofrecer de continuo como alternativa a la fruta fresca. Las frutas escarchadas troceadas, solas o mezcladas con frutos secos, también pueden ser un buen sustituto de las chucherías en momentos concretos en los que los niños demanden algo muy dulce con insistencia.

  2. Barritas energéticas caseras. Consiste en mezclar al gusto variedad de semillas (pipas de girasol, pipas de calabaza, semillas de sésamo, amaranto…), de frutos secos troceados (almendra, avellana, nueces…) y de frutas desecadas, como las uvas pasas, las ciruelas o los orejones. Por otra parte, se calienta melaza de cereales que será la base para el caramelo. Se añade la mezcla a la melaza cuando esté hirviendo, se baja el fuego y se deja al calor medio hasta que se forme una masa más densa. El siguiente paso es extender el engrudo en un papel de horno, y hornear unos minutos hasta que la masa quede crujiente. Se parte en trozos y se ofrece a los niños a modo de barrita dulce y energética.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Almendras garrapiñadas. Las almendras garrapiñadas son la receta más común, si bien se puede embadurnar en caramelo cualquier fruto seco, aquellos que más gusten a los niños. Sin perder de vista que el azúcar caramelizado desvirtúa el valor nutritivo natural de los frutos secos, a la par que endulza, las garrapiñadas se convierten en una «chuche», aunque más saludable, ya que aportan todas las ventajas nutricionales de dichos alimentos.

  4. Orejones o ciruelas secas rellenas de almendra o avellana molida. Estos aperitivos dulces y nutritivos se pueden convertir en una sorpresa para los niños, que también pueden colaborar en la cocina a elaborar esta sencilla receta. Para facilitar la digestión de las frutas desecadas, conviene escaldarlas unos minutos en agua hirviendo. Se abren por la mitad y se reservan. Se tuestan apenas los frutos secos elegidos y se machacan hasta obtener un granulado más o menos fino, según gustos. El resultado se mezcla con un poco de melaza de cereales (maíz o cebada, por su sabor más suave) y con este engrudo se rellenan las frutas desecadas. Ya están listas para que los niños las puedan comer como dulces tentempiés entre horas.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    «Piruletas de chocolate». La autora de ‘El recetario mágico‘ , Desiree Arancibia, escribió su libro convencida de que «cocinar en familia es divertido» y con la sabia intención de que los pequeños descubran que «alimentarse es mucho más que comer». Para ello, propone aprender recetas elaboradas con materias primas sanas. Con un toque «mágico» de sabor y color, convierte sencillos alimentos como las frutas en deliciosas «chucherías» sanas, nutritivas y naturales, ideales para ofrecer como alternativa a todo tipo de gominolas. Una de sus propuestas son las «piruletas de chocolate», muy vistosas y fáciles de hacer. Arancibia sugiere «cortar la fruta en rodajas, pinchar con un palito de helado o brocheta y poner en el congelador durante media hora. Fundir un chocolate (52%-70% de cacao, puede ser interesante) al baño María. Sacar la fruta del congelador, untar en el chocolate fundido, depositar las piruletas sobre papel vegetal y dejar enfriar en la nevera».

  6. «Barquitas de naranja». La misma autora propone esta receta que, a modo de resumen, consiste en cortar las naranjas por la mitad, exprimirlas y reservar las cáscaras como molde. Se rellenan del zumo mezclado con agar-agar y se dejan enfriar en la nevera. Si se quieren hacer «barquitas» basta recortar papel para hacer las velas y pincharlas con un palo de brocheta. Por otra parte, el agar-agar se puede usar como espesante para presentar una macedonia de frutas vistosa con textura gelatinosa.

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